miércoles, agosto 30, 2006

Suposiciones

Supongamos por un momento, que te quedás sin palabras. Tu lengua, tus dedos están tan secos como lo más profundo de vos, seco como un desierto de agujas, como un mar de yeso. No hay perro nocturno, ni calle, ni luna que te lloren. Querés decir, sabés decir, y lo intentás hasta el cansancio, pero si nadie está alrededor para escuchar al árbol que se cae ¿Cómo hacer de cuenta que el sonido existe sin enloquecer de improviso?
Profundicemos el asunto todavía otro poco y supongamos de nuevo, que esas palabras que tanto te hacían falta nunca las tuviste. Las quisiste, las soñaste, intentaste inventarlas, las perdiste sin haberlas encontrado siquiera. Letra a letra las viste deshacerse en vuelos, tan altas, tan fugaces, tan semejantes a la nada, que las dejaste ser.
Más absurdo todavía, por un momento intenta imaginar nunca poder hallarlas. O quizás si te resulta demasiado, que al encontrarlas al fin moribundas en algún rincón olvidado de tu cabeza, cubiertas de polvo y sangre, los instantes se te escurren entre las manos como si intentaras detener la lluvia, cuando decir la misma sensación color ópalo de tantas formas sutilmente diferentes se vuelve crudo, e indistinto. Tanto te da igual el viento marino que el humo de un cigarro, el ruido blanco que la tele murmurando porque sí, el piso del baño que una cama taciturna que espera y desespera en vano.
Sigamos suponiendo y digamos que esas causas que juntos (supuestamente) estábamos buscando en verdad no existen. Imagináte de pronto en este encierro de cajita china, preguntando porqué-porqué a las paredes sin que estas parezcan escucharte. Entonces de repente se desvanecen, todas. Se convierten en espejos, viejos, manchados por el oxido y corroídos por el tiempo y la sal. “Que irónico” pensás mirando a la extraña figura en el reflejo, vos sos tu propia cárcel y a la vez tu ultima salida. Se que no tiene el mas mínimo sentido, pero acordate, estamos suponiéndolo nada mas.
Una última suposición te pido. Supongamos que todo lo antedicho es indiscutidamente cierto. Por un segundo, intentá pensarlo como verdadero, como irreversible y puro. Por un segundo pensáte atrapada sin salida, para siempre. Que todo tu pensamiento se concentre en esas paredes de metal frío, que se cierran cada vez más y más sobre vos. Sentidas crujir hasta dejarnos sin aire, hasta que no queda espacio entre nosotros, hasta que encierro y ausencia se vuelven un mismo estremecimiento para los dos. Durante un breve instante tan efímero como lo que dura en desplomarse un abrazo, un beso, una caricia, supongamos que estas acá, que entraste como por arte de magia y tragaste con una sonrisa sarcástica esa llave que no existe, y que te veo y me miras y de pronto porque si, nos caemos del otro lado de aquellos cristales estropeados, lejos muy lejos. Y que nos sumergimos juntos, hasta desvanecernos en la oscuridad de un único cuerpo, impreciso, de una única boca que busca, que encuentra y que vuelve a perderse por el mero placer de hallarse de nuevo en aquella postal tantas veces desprendida. Entonces las palabras, las causas y hasta los instantes sobran, son infinitos, hasta prescindibles. Entonces el encierro se vuelve un mito y de aquellos antiguos espejos demacrados y siniestros, solo la paz de tu presencia transparente
Ya esta. Podes si así querés abrir los ojos, respirar profundo y volver a mirar a tu alrededor. ¿Lo ves? Todo sigue donde su sitio. No hay paredes de caja china que te estrujan, ni encierro hasta la asfixia inconciente ni espejos salpicados por la herrumbre que se desmoronan porque si, ni siquiera aquellos encuentros efímeros en la oscuridad de aquel punto imposible. La ciudad sigue con su ritmo miope de cada día, y vos indiferente, le seguís el juego.
Ya está, ya no hace falta que me escuches, de verdad. De todas formas no pretendo ni podría pretender jamás que me creyeras, que pasaras de la estricta suposición, el mero ponerse-en-los-zapatos. Solo que por un segundo intentáramos pensar que fue real, que cerráramos los ojos los dos y lo supusiéramos juntos. Supongamos nada más, simplemente supongamos.

lunes, agosto 07, 2006

El proximo silencio

Dijo alguna vez Clarice Lispector que la Literatura es el arte de atrapar los instantes, y desde que la lei , esa frase se convirtio en una especie de mandamiento para mi. Este poema, es solo otro de esos instantes atrapado entre palabras, o quizas, las mismas palabras de siempre atrapadas tan recurrentemente en el instante mismo. Da igual. Abrazos y galletitas y nos vemos en el proximo posteo

El próximo silencio

Contra el enrejado de cielo y humo
gris parpadeo el sol
blanco desvanecerse
como nunca, como siempre
despacio hasta que la
asfixia
gota a gota del asfalto
en el repique triste de tus ojos
de tormenta, aquel instante
impreciso en que las horas
estallan en el vientre
PAF

Estruendo sonoro pero intangible
a la piel tersa y los latidos
que como agujas tantas veces
imprecisas caen
como la lluvia
nueva

sobre mí.


y las palabras que apresuran
esta vez a desasirse
de aquel tan suyo presagio
antropológico, tartamudo
antes de que
en un simple parpadeo
se estrangule con la sangre
profunda de las heridas
viejas
antes de que
en un suspiro conspicuo
se me acabe la hoja

Y en el aire que se vuelve
un laberinto de atajos inciertos
desde ningún sito, hacia ningún sitio
donde las palabras se apelmazan
entre hiedra y letanía
como yo que me voy
perdiendo lenta (muy lejanamente)
del hueco, del vacío, de las espinas
en mi
pecho acostumbrado
a la niebla de las despedidas.

pero tan al tacto
incipiente de tu mar
que esta vez si
y de un futuro en negativos
sin horizonte
ni arena muda
en negativos
sobre esta tumba india
que con el polvo
y la piel escrita no quiero
inclinar ya la memoria
para adivinar siquiera
que en el próximo silencio
me envuelve y me lleva
para siempre el oleaje
infranqueable de tus brazos
de duermevela y salitre
entre las ultimas luces

tardías del crepúsculo
y el primer abrazo apático
de la marea en tus pupilas