viernes, julio 04, 2008

carnavalito

I

Viajar, yo solo quería viajar.
por la ventana del tren
ver al sol
desparramarse
con su roja y mortecina lejanía,
hasta los márgenes del mapa
alguna tierra virgen
en la que solo se oiga al viento
con las uñas sacarme el corazón del pecho
dejarlo allá
latiendo para nadie

II

había trazado la ruta
llevaba brújulas
sogas, trapos y cuchillos
y una máscara con una sonrisa ebria de cartón
lista para envejecer por mí.

todo transcurría en un principio
como en un poema:
de verso en verso, de ciudad en ciudad
rimaban las calles y los paisajes
con una melodía dulce, pero sospechosa
nunca el destino puede tener
la sutileza de una poesia.


el estrépito del carnaval me arrastró
como un río poderoso
y yo me dejé llevar
entre mascaras y guirnaldas,
flores púrpura, entejuelas y espejos
una y otra vez llegué bailando
luego partí, con el alma en un pañuelo
y tarareando bajito

III

hasta que en un pueblo que no recuerdo
se fueron todas las luces
la música se apago de repente
solo se oían tambores
un sonido opaco como la lluvia
el carnaval se destiñó
escurrieron el rojo y el malva
y las máscaras cambiaron su rostro
pero los cuerpos siguieron bailando
enajenados bajo el chaparrón
como títeres, como sombras

De repente se esfumaron
las casas amarillas y rojas
las calles de piedra, las plazas bulliciosas
todas envueltas en un mismo instante
el silencio cortaba
como el filo de una cimitarra.
solo la luná brilló pálida sobre mí
silueta rota
tocando la guitarra en el desierto

IV

Callé
quería escuchar mejor el silencio
encontrar el resquicio por donde romperlo con más fuerza
había partido en busca de nuevos nombres
y así dejé de nombrarme
de nombrar a todas las cosas, los paisajes, las personas.
Me encontré de repente solo
en una peña despoblada
y repleta de animales desconocidos
y Yo
yo ya no tengo nombre y solo soy,
"yo”
un pronombre
ser en blanco sin conciencia ni remordimientos
intentando escribir
viajes que no recuerdo
ciudades que ya no existen
carnavales cubiertos de ceniza

Rostros sin rastro
que pasaron como carteles
ruinas que siempre fueron ruinas
cementerios abandonados
como la tierna pesadilla de un niño
un sueño dulzón y pringoso, podrido.
mi mundo
tan amplio como una servilleta de papel plegada
como un circulo de migas de pan,
un rastro de miguitas que sigo y sigo y sigo y sigo y
nunca desemboca
claustrofóbico detrás de las fronteras
de este gigantesco y frío país
inmovil
como una palabra tragantada
entre las estrofas de una canción
cada vez más igual.