miércoles, julio 29, 2009

ya llovio lo que llovio

morder el polvo
sangrar las ganas
golpear la pared
como si de cada golpe dependiera el tiempo
fruncir el ceño
apretar los dientes
no mirar jamás
por encima del hombro
soltar los cabos
dejar las manos caer
nadar contra la corriente
como si mi cuerpo pudiera
resistirlo por siempre
hacer de cuenta que no hay un mundo
pero saber que hay un mundo
y romper un mundo
pero no juntar las piezas
estallar en llanto
sin derramar una sola lagrima
echar por la boca
pajaros
musgo
espuma marina
rasgar la ropa
coserme las heridas
seguir en cada verso
el mismo cadaver exquisito
que empezó cuando me fui
porque no hay soledad que dure cien años
la muerte llega antes.

lunes, julio 20, 2009

To hope

To hope

Def: verbo transitivo & verbo intransitivo esperar: Y sanseacabó. Podría agotar todo el problema diciendo algo así de simple. “Esperar”. Y sin embargo esperar no es, no puede ser la palabra indicada. Porque es evidente que no existen dos personas en el mundo que sientan de igual manera al tiempo escabullirse entre las manos con la misma graciosa prisa de la arena o con la misma lentitud parsimoniosa del agua.
No existen dos esperas iguales entre si. Esta la "sala de espera", por ejemplo, en el consultorio de un dentista, con un magazine de moda aburrido y las horas del reloj de pared desfilando ante nuestros ojos nerviosos, aguardando ya no al dentista como un fin en si mismo, sino como un simple preámbulo, Un punto de inflexión necesario e insalvable, a atravesar para poder seguir en la línea recta de la vida, como si nada. Y todo esto, por mas simpático y agradable que el dentista pueda resultarnos. Esa espera es una resignación desde el vamos, que aguarda se termine la molesta interrupción, se restaure el viejo orden, la continuidad agradable de la cotidianeidad hasta que otra vez el dentista, el periodoncista (variedad poco feliz y bastante infrecuente del primero) o la cola del banco.
Otra cosa muy distinta es la espera esperanzada. La espera de quien vive como a sabiendas de que la vida no puede ser solo eso que pasa y poco más. Ya no se parte desde la inflexión para aguardar la restauración de lo continuo. La inflexión es aquello que se aguarda con ansias.
El diccionario grande y amarillo castellano-ingles ingles-castellano que duerme en nuestra repisa nos tienta a dejarnos caer sin mas en el reduccionismo académico de bolsillo”hope: nombre, esperanza”.
Y entonces la pregunta que deberíamos hacernos es ¿Existe en el castellano verbo alguno para nombrar la acción de esperar esperanzadamente? Esperanzar dirán los más incautos, mas pronto descubrirán que “esperanzar” implica solo a la esperanza, no a la espera. Parece solo un detalle menor y sin embargo, que importante y sutil distancia. La esperanza implica el sentimiento pero no la acción vital de esperar. La espera esperanzada es primero espera, activa y fervorosa, que duele y molesta, que pica y araña, que se balancea como un péndulo contra el pecho y la garganta, queriendo salir, a ningún lado, pero salir ya mismo de esa claustrofobia, de ese mueble con olor a humedad. Solo después la esperanza. Suave, y reconfortante como una caricia en la oscuridad, como lluvia de verano.
Tantos comos y metáforas cursis en tan pocos reglones son una prueba más que contundente. No, no hay verbo en el castellano para los que esperan con esperanza. Si lo hay, para los que viven de sala de espera en sala de espera, esperando volver al aburrido circulo de la vida sin sin esperanzas por demás esta claro. Tambien para los que son esperanza en estado puro, pero que nunca se dedican a esperar como si to hope fuera un verbo, aquellos que no sienten en carne y uña el peso de una ortodoxa e intransigente fe de la espera esperanzada. Solo para esos últimos no hay términos definitivos ni entradas del diccionario que valgan. Sus cuerpos no caben en las fichas medicas, sus horas, no logran apretujarse entre los renglones de la agenda y para definir como es su espera, no alcanza una sola palabra, hace falta un prolongado y retorcido poema en prosa.
Y el diccionario tan inofensivo que se ve como un viejito durmiendo sobre la madera de la repisa los ha desterrado cruelmente a otra ausencia más de las muchas con las que ya contaban en su equipaje. Para ellos, el único camino que les queda en pos de la tan ansiada traducción, del tan mentado significante, se escribe como se espera: con esperanza.