sábado, marzo 24, 2007

Las manos (1976-?)

Otro 24 de marzo, el Nº31. Usualmente los aburriria con una extensa columna de opinion que diria casi lo mismo a la del año anterior. No esta vez. El blog es ahora estrictamente literario, asi que quisiera conmemorar con literatura. ¿Conocen el Centro de Detención Club Atletico? De no ser asi, ya va siendo hora que se peguen una vuelta. He aqui el poema. He aqui mi piedrita para la cantera de la memoria. 30.000 compañeros detenidos desaparecidos, presentes. Hoy y siempre

Las Manos

manos
miles y miles
de manos
pululando
en la oscuridad
de este cuarto sin ventanas
ni luz alguna

sus cinco dedos
cartilaginosos
dilatados
como de maniquí
toda la trama
carnosa
latente
de su piel tensa
su maraña de nervios
sus músculos laxos
manos meticulosas
como de autómata
con sus flejes y goznes
con sus engranes y válvulas
rechinando de oxido
en aquella habitación
tan húmeda y sorda

toda su extensión
escudriñando las tinieblas
enajenadas
frenéticas
buscando
la punta de alguna soga
algún ganchito de anzuelo
la tapa de alguna alcantarilla
alguna salida posible
la que sea
de aquel calabozo

manos rojas
manos blancas
y marrones
todas de un solo color
sin-color
la no-luz
de un sol profundo
violeta y azul
imaginario

otro segundo otro minuto otro día otra semana
pasan...
imperceptibles
y sus dedos negros
como el corazón de la tierra
se cierran en un puño
y golpean furibundas
y luego procuran a tientas
con el pulgar y el meñique
aferrarse

porque abajo sino
el abismo aguarda impaciente
su boca abierta los dientes puntiagudos
la baba chorreando de sus fauces
y cuando los bordes nunca alcanzan
desesperadas
se pellizcan
se trituran
se retuercen
hasta la carne viva

miles de manos
que ya no acarician
ya no recorren despacito
la ternura de otra piel
que ya no escriben
ni disparan ni martillan
ya no tocan las guitarras
los tambores o las arpas

tanto miedo tienen
que con las uñas afiladas
las unas a las otras
las otras a las unas
se despellejan
se machacan
se trituran
y se quedan ahí
tiradas
gangrenosas
y roñosas de sangre

y todas
manitos y manazas por igual
son ya una unica mano moribunda
que se aferra
y se balancea en la negrura
desde la punta
hasta la punta
esa punta
que busca
siempre busca
alguna soga
algun ganchito de anzuelo
la tapa de alguna alcantarilla
alguna salida posible
la que sea
de aquel calabozo

lunes, marzo 12, 2007

Mañana en el abasto

A este texto le puse como un tema de Sumo, uno de los mas simbolicos del rock nacional. Intuyo que algo que ver tendra ¿No?. Que noche la de anoche Bariloche.

Mañana en el abasto

Algo de irreal flotaba inmerso en aquella noche. Podía presentirlo, estaba justo a punto de descubrir que era, pero mientras tanto en el mundo exterior, todo proseguía sin mayores inconvenientes de acuerdo al plan. Payasos risueños se desparramaban líquidos de colores brillantes unos a otros. Voces guturales se multiplicaban hasta de abajo del piso y de atrás de las paredes. Mujeres trapecistas se contorsionaban elásticas y audaces entre las sombras. Nada, absolutamente nada era casual en aquella fiesta tan extraña y tan convenientemente igual a todas a la vez. Pero algo había de irreal divagaba imprecisamente por el aire, y yo lo desabriría tarde o temprano, estaba convencido. Alerta. Quizás fuese aquél cigarro apagado entre dedos temblorosos, luego encendido, luego apagado de nuevo. O tal vez aquel par de labios que encontraban al fin un oasis en un desierto que se figuraba infinito. Quien sabe, hasta podía ser la luna, siempre la luna, mirando desdeñosa desde arriba mientras yo le aullaba en secreto. Si lo más probable es que fuera aquella esencia el absurdo que tanto buscaba, aunque fuese demasiado arenosa, demasiado escurridiza como para retenerla y observarla a contraluz y solo después concluir con algún grado de certeza. Hasta la calle, vacía y repentina tenía su cuota virginal de fantasía. Sobre todo aquella mujer como surgida de debajo del asfalto, esa ogra tenebrosa habitante de algún bosque de cuentos infantiles, con su cara infladísima de sueños de alcohol, de odio y de humo, sobre todo de humo negro fríamente calculado, como la dosis letal de una anestesia para los sentidos. Conclusión: todo en aquella madrugada rebalsaba de artificio. Nada podía tocarse directamente, nada podía hacerse o deshacerse a gusto entre las manos. La noche misma caminaba en puntitas de pie por un piolín colgado de ventana a ventana, un equilibrio tan delicado como un silencio. Entonces un tren que llega velozmente, y lo rompe todo de un solo impacto. Se abre, se cierra y se aleja rotundamente. Y esa noche que de real tenía solo lo justo, solo lo necesario (es decir, pocopoquitonada) se cae del piolín y se vuelve pedacitos que me cortan los pies. Y la luna-siempre-luna se torna cobriza y mugrienta, el cielo oscuro se aclara y se destiñe, en un gris predecible igual al anterior y el que le sigue. Y entender con pesar que acaso aquel amanecer reiterado, sea lo único que me queda siempre a fin de cuentas, y que cada madrugada, mientras inútilmente yo busco solo porque si, otro tren se va, otra luna blanca se me vuelve en los ojos una mugrosa bola roja, otra noche calma e incierta se prende fuego furiosa y me quema los huesos otra vez y una. Una (y otra) y otra vez.

jueves, marzo 01, 2007

Querer

I
No le creo al sol, no le creo. Sino lo toco no es real, lo que no quiere decir que no exista. Solo que el sol no es innegable y por lo tanto, no es real.
Abstracto, intangible. El sol es la luz que (como rezan los libros viejos) sale de los ojos mismos. Ese es el sol auténtico. Al otro no le creo. Ahí tan alto e indiferente. No le creo. En cualquier momento se cae, se cae como una pelota roja y grande de vidrio absurdo y se vuelve mil pedacitos puntiagudos que me cortan los pies. No le creo al sol, pero tampoco me rehúso de su lumbre. Mejor mentirme que juntar los pedazos naranja y verde de la tarde. Mejor mentirme.

II

Conozco a una mujer deshabitada. Tiene el alma desierta, seca como un jardín de luna. En sus ojos alguna vez faroles vivaces, ni gota de ese incógnito resplandor.
Sobre ella cada día, un sol irreal e intrascendente la espera - no le creo al sol no le creo – y ella lo parpadea de a grandes sorbos y se va a volar.
Una vez y por un instante lo tuvo todo. El tacto de un par de manos cálidas, la mirada fiel de unos ojos lluviosos, los besos de un abismo sin labios. Entre sus dedos lo tuvo, pero prefirió volar. Alta, seca y distante, dentro de su cáscara de nuez. Lo tuvo todo y prefirió perderlo. Lo tuvo todo, pero se fue entre vuelos.

III

Duele querer-cantar y que no haya espacio. Duele la rabia la asfixia que aprieta que encierra que asfixia que calla que mata que perfora y atornilla. Que duele
Porque Toda canción se inscribe en el silencio. Silencio necesario que como hoja en blanco aguarda presuroso un desenlace. Una voz que irrumpa en el vacío. Una respiración. El tacto que busca el ruido que busca el tacto que busca el ruido. Algo. Alguien. Que sea quien sea, pero quien sea, que sea de una vez.

IV

y al final tantas ansias de otra piel…
pero no de cualquier otra piel
OTRA
piel
sin abismos ni prisas
(ni lunes ni hastíos)
mas allá del tacto del
desencuentro-intangibilidad
que cuando vos estés ya no sea
y hacernos silencio entre todo este ruido los dos
hacernos
como un bollito de sombra los dos
hacernos
deshacernos
los dos
hacernos
deshacernos
(los dos).

V

De ninguna manera, Querer no se dice en infinitivo. Precisa de persona, de lugar, y tiempo. Sobre todo de tiempo precisa querer. Querer es eso que no puede más que escribirse entre seudónimos y alegorías. Querer mancha la ropa y la piel de dulzura y de nostalgia. Querer no cabe. Entre los renglones de la agenda, entre los cuadritos de un calendario, no cabe. “Te quiero”, no se dice relojeando la prisa. Se dice sin miedo a empalagarse de rosa y blanco dulzón. Sobre todo cuando hace frío y hace tiempo se dice “te quiero”. Sobre todo cuando hace tiempo. Porque Querer necesita del tiempo como la canción al silencio. Y como el silencio a la canción

VI

Y mataría a cualquiera, hasta a ella, de a muy poco para volar más alto todavía. Hasta golpearse contra el celeste del raso y volver. Entonces ya no tendría las palabras que optó por tirar. Esas ganas de ser y de no ser y que tuvo que dejar atrás para no despertar de repente en este inframundo. Y seria la nada igual que ellos, pero mas triste aun, porque en el fondo todas esas sombras que atesora indelebles - pertenencia del pez a la jauría - jamás la dejarían sentirse marea. Mejor que cierre los ojos y que vuele. Mejor que vuele alto que si deja de volar se da cuenta de que todo es mentira, que hasta el mismo sol es mentira. Hasta que la noche se asome cruda pero cierta, mejor que vuele. Mientras pueda cerrar los ojos bien fuerte, hasta que el sol se caiga y la noche se aparezca certera, que vuele
Hasta que algún día.

VII

Porque este mamarracho de voces y ruido blanco no es silencio. Es maraña y punto. Sin grietas ni espacios, maraña y punto.
Y después del punto la historia no sigue
SE-TER-MI-NA
No sigue.
No hay espacio para escribir después del punto. Aunque sobren los reglones, el punto ha dicho. Y nadie dice nada después del punto. No sigue la historia, no sigue. Se termina. Nadie dice nada. No sigue.
Nadie
dice nada
No sigue
Se termina.

(y punto)
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