sábado, noviembre 27, 2010

resistir

los ríos todos secos
una ciudad de noche siempre
sin estrellas
ni autos ni faroles
todo ha quedado
como alguna vez empezó
una gigantesca sombra
como si un telon inmenso
hubiese caido
sobre el mundo
y mientras tanto
se escribe detrás del velo
una poesía con todas las palabras
que yo ya no puedo pronunciar
porque me cansé de hablarle
a un teatro ausente
no quiero seguir escribiendo
si no se puede decir
lo indecible
y entre tanto olvido
muertos, mugre y escarcha
me queda éste verbo
el único que puedo tocar
sin que se escurra.

lunes, noviembre 15, 2010

contingencia

si todo lo que hoy es victoria
euforica
desaforada
mañana será derrota atroz
tristeza
apatía
cansancio
olvido

si todo lo que hoy vive intensamente
todo este jardín que florece
naranja y verde
y que se esparce el viento
mañana será hiedra marchita
paja reseca
roca opaca
un desierto en el medio de un desierto

si todo lo que en este instante es amor
ternura empalagosa, certeza
júbilo
mañana será quietud
ausencia
fotos color ocre
ventanas empañadas
montones de caras sin sentido
una sombra de una sombra y nada
de luz

si todos los colores y las banderas
que hoy flamean
porque no nos han vencido
mañana serán solo trapos arrugados
y un puñado de palabras tristes
si cada paso adelante
puede ser desandado en alguna una batalla impensable
que quizás nunca llegue a conocer
si la historia no avanza ni retrocede
porque no existen los relatos predestinados
ni las grandes marchas
será que solo queda seguir
con una sobredosis de la idiotez
más lúcida de todas:
la esperanza
esa amable ceguera
esa tregua indispensable
como un sueño tibio y dulzón
del cual ojalá nunca
hubiese despertado

lunes, noviembre 01, 2010

cartas desde más allá del mundo (I)

Empieza este intento de volver a escribir en serie, en prosa. Veremos que sale, irá publicandose por entregas, comenten nomás mis valiosos lectores!!


CARTAS DESDE MÁS ALLÁ DEL MUNDO.

I


No tengo norte ni sur, no hay en mí nada cardinal, nada que señale las fronteras, los resquicios, los limites o los clivajes que hacen al mundo algo mas que un recipiente vacío. Otra vez es de noche y la luna brilla pálida como un esqueleto de pájaro. Puedo reconocer el cielo violeta y el olor de la hierba humeda, el murmulllo de los insectos que anuncian una tormenta que se avecina desde hace siglos. No hay nada ni nadie alrededor, solo un suelo yermo, sin fisuras, sin pisadas. ¿En que territorio transcurre esta agonía? Imposible saberlo, probablemente en ninguno. Izquierda, derecha, avances, retrocesos, mi cuerpo se ha convertido en el único punto de referencia valido y caminar es ahora un mero movimiento mecanico sin significado alguno. El tiempo es un flujo abstracto, sin instantes, como un un río que desemboca en si mismo. Y mi historia(si es que aún merece tal denominación) una sucesion de descripciones impresionistas, una prueba de ingenio que ya no sabe como nombrar de otra manera lo que permanece siempre inmutable, fiel a si mismo, una tragedia sin sujetos ni sucesos. Este es el resultado inevitable, el fatalismo más obvio cuando una sola sensación (la de que toda sensación es en si misma indescriptible) acapara a todas las otras. Solo caben en este poema los adjetivos reiterados, las reflexiones girando en falso, la más-turbación filosofica y la crónica del hartazgo, en fin, la escritura como informe sucinto de una vida que sigue ocurriendome una y otra vez, a pesar de nada.


II

Tres mil millones de mis latidos. Al fin y al cabo solo tengo eso. Vivo porque vivo, porque la vida es algo que me pasa, que está mas allá de toda discusión. Y entonces volver a buscar entre los escombros, volver a revolver las ropas viejas, que ya no me quedan. Sigue la maquina de escribir allí. Sigue, con sus teclas de alfiler, esperando a que me siente frente a ella a escribir. Y en cada pinchazo el dolor, que es lo que hace que escribir se asemeje a estar vivo. Escribir es algo que se siente, cada palabra es un pinchazo, una pequeña sensación y la escritura, una tarea dolorosa, sacrificada. 27 teclas. Tres mil millones de latidos. Una hoja en blanco que espera ansiosa porque la historia volvió otra vez al principio. Llegó la hora de reescribirme, para poder seguir viviendo. Llego la hora de seguir viviendo, para poder reescribir mi vida desde el principio.



III

Porque la escritura como la vida no puede ser como construir un castillo. No puede ser algo planificado, una reflexión admirable que nos deja la expresión perpleja ante la moraleja más vieja y obvia que no se nos había ocurrido pensar. La escritura debe ser saliva y sudor, sangre, petalos de margarita, debe ser ingenuidad, duda, busqueda por la mera busqueda, metas inciertas, metaforas que no conducen en ultima instancia más que a sí mismas. 27 teclas. Un lazo en el dedo que me recuerda que debo recordar algo. Vivo siento respiro miento ¿En donde se esconde la razón última de lo que escribo? En la vida misma ¿En donde la razón ultima de que yo viva? En la escritura. Dialogo de sordos que no puede llevar más que a un solo sitio: Que siga escribiendo, que siga viviendo. Un sistema que funciona fallando hasta el absurdo infinito.