lunes, noviembre 01, 2010

cartas desde más allá del mundo (I)

Empieza este intento de volver a escribir en serie, en prosa. Veremos que sale, irá publicandose por entregas, comenten nomás mis valiosos lectores!!


CARTAS DESDE MÁS ALLÁ DEL MUNDO.

I


No tengo norte ni sur, no hay en mí nada cardinal, nada que señale las fronteras, los resquicios, los limites o los clivajes que hacen al mundo algo mas que un recipiente vacío. Otra vez es de noche y la luna brilla pálida como un esqueleto de pájaro. Puedo reconocer el cielo violeta y el olor de la hierba humeda, el murmulllo de los insectos que anuncian una tormenta que se avecina desde hace siglos. No hay nada ni nadie alrededor, solo un suelo yermo, sin fisuras, sin pisadas. ¿En que territorio transcurre esta agonía? Imposible saberlo, probablemente en ninguno. Izquierda, derecha, avances, retrocesos, mi cuerpo se ha convertido en el único punto de referencia valido y caminar es ahora un mero movimiento mecanico sin significado alguno. El tiempo es un flujo abstracto, sin instantes, como un un río que desemboca en si mismo. Y mi historia(si es que aún merece tal denominación) una sucesion de descripciones impresionistas, una prueba de ingenio que ya no sabe como nombrar de otra manera lo que permanece siempre inmutable, fiel a si mismo, una tragedia sin sujetos ni sucesos. Este es el resultado inevitable, el fatalismo más obvio cuando una sola sensación (la de que toda sensación es en si misma indescriptible) acapara a todas las otras. Solo caben en este poema los adjetivos reiterados, las reflexiones girando en falso, la más-turbación filosofica y la crónica del hartazgo, en fin, la escritura como informe sucinto de una vida que sigue ocurriendome una y otra vez, a pesar de nada.


II

Tres mil millones de mis latidos. Al fin y al cabo solo tengo eso. Vivo porque vivo, porque la vida es algo que me pasa, que está mas allá de toda discusión. Y entonces volver a buscar entre los escombros, volver a revolver las ropas viejas, que ya no me quedan. Sigue la maquina de escribir allí. Sigue, con sus teclas de alfiler, esperando a que me siente frente a ella a escribir. Y en cada pinchazo el dolor, que es lo que hace que escribir se asemeje a estar vivo. Escribir es algo que se siente, cada palabra es un pinchazo, una pequeña sensación y la escritura, una tarea dolorosa, sacrificada. 27 teclas. Tres mil millones de latidos. Una hoja en blanco que espera ansiosa porque la historia volvió otra vez al principio. Llegó la hora de reescribirme, para poder seguir viviendo. Llego la hora de seguir viviendo, para poder reescribir mi vida desde el principio.



III

Porque la escritura como la vida no puede ser como construir un castillo. No puede ser algo planificado, una reflexión admirable que nos deja la expresión perpleja ante la moraleja más vieja y obvia que no se nos había ocurrido pensar. La escritura debe ser saliva y sudor, sangre, petalos de margarita, debe ser ingenuidad, duda, busqueda por la mera busqueda, metas inciertas, metaforas que no conducen en ultima instancia más que a sí mismas. 27 teclas. Un lazo en el dedo que me recuerda que debo recordar algo. Vivo siento respiro miento ¿En donde se esconde la razón última de lo que escribo? En la vida misma ¿En donde la razón ultima de que yo viva? En la escritura. Dialogo de sordos que no puede llevar más que a un solo sitio: Que siga escribiendo, que siga viviendo. Un sistema que funciona fallando hasta el absurdo infinito.

2 comentarios:

Lucas Fulgi dijo...

¿Qué decir, sobre una reflexión de esta naturaleza?

"Porque la escritura como la vida no puede ser como construir un castillo. No puede ser algo planificado, una reflexión admirable que nos deja la expresión perpleja ante la moraleja más vieja y obvia que no se nos había ocurrido pensar."

¿Si un plan no se concreta, no existió? ¿Hubiera ocurrido lo mismo si no lo hacía?

Seré un ingenuo, tal como definen algunos... pero prefiero planificar, un camino hacia una utopía que quizá mañana cambie.

Lucas Fulgi dijo...

pdt: re-leo... y quizá lo que plantié no sea tan distinto a lo que escribiste vos, o a una posible lectura de lo que pusiste vos.
Me encanta que me confunda lo que lea, si esa confusión me motiva a escribir.

Abrazo.